26 dic 2010

Ties

Es una clase de maldición que te priva de la libertad -si así se la puede llamar-
Parecemos atados, nos sentimos atados. Lo que no sentimos es la atadura en sí -con lo cual no se descarta su existencia-
Estamos todos, sin excepción, vinculados los unos con los otros. Y nuestras acciones están directamente implicadas a las ajenas -aunque duela reconocerlo-

Mi viejo hizo hace 30 años lo mismo que estoy haciendo yo ahora: él por medio de pinturas, yo por medio de fotos. Sus trabajos previos nunca me inspiraron -sin embargo, el hecho de que yo esté acá es casi por una cuestion de imitación- porque no es una persona abierta a mostrar sus obras. En algún punto recóndito yo tampoco lo soy.

Personas que son hoy parte de mi ayer me roban el sueño desde hace 2 o 3 días ya. Las (y digo LAS porque me cuesta aceptar que es una sola LA) siento acá, como si no pudiera dormirlas -mucho menos eliminarlas-
Pero no sé hasta que punto quiera eliminarlas o dormirlas. De hecho, me hacen sentir vivo. Que cosa paradojica, no?
Me encantaría saber que esos vínculos de los que hablaba previamente todavía nos mantienen atados. Por momentos lo dudo, por momentos lo creo fielmente.
Mi viejo no es una persona abierta a mostrar sus obras -o a abrir su corazón y dejar salir sus sentimientos-. En algún punto recóndito yo tampoco lo soy.






Mar
Es hora de despertar

No hay comentarios: