7 feb 2011

De todo, un poco.

I
Pensaba mientras viajaba en micro. Pensaba en muchas cosas. Es que los micros tienen eso: uno tiene un tiempo de viaje que, independientemente de su duración, es terapeutico. En ese lapso de tiempo suspendido en el mismo tiempo, valga la redundancia, uno puede meditar con los ojos abiertos en una infinidad de cosas. Yo en la vuelta a casa pensaba y pensaba. Atravezaron mi pensamiento algunos recuerdos, algunas culpas, memorias agradables de mi lejana niñez y alguna que otra cosa que me estoy olvidando de contar.

II
Hay en el ambiente cierto mistisismo, propio de las conversaciones y del devenir de la vida. Hay tristezas y momentos de rabia extrema donde las palabras las pasás a un segundo plano y solo queda el apasionamiento más puro. Hay sonidos, uno, dos, quinientos mil; las melodías parecen sucederse al ritmo de las horas y los minutos, de las sonrisas y las caras largas.

III
Me encuentro con la culpa de la culpa. "Como sería eso", te preguntás. Es muy sencillo, la culpa de la culpa es un despojo muy infimo de lo que fué mi ya mencionado SS. Muchas cuestiones se apagaron cuando corté la luz intencionalmente, pero el hecho de que haya silenciado esas voces no quita que hayan permanecido ahí, en las sombras o en el silencio, como vos más prefieras. La culpa de la culpa fué una de esas revelaciones casi divinas que nosotros experimentamos en esos viajes en micro que, después de generadas, nos cambian totalmente la manera de concebir la vida. La culpa viene del sentimiento que siempre reprimí: nunca amé como yo quería.
Me sinceré y admití que no hubo amor a lo Martín Corba, tampoco puedo decir que fué lo contrario porque estaría mintiendo. Sólo digo que mi "amorometro" nunca estuvo a tope, como me pasó veces anteriores.

IV
Recordé durante unos minutos y al compás de una canción muy casera años anteriores. Años en los que era simplemente un niño, años en los que era un adolescente y años en los que era un adulto curtido por la vida.
Aquellas travesuras lo eran todo. Nuestros días comenzaban con risas y terminaban con un sueño profundo, producto de horas y horas de andanzas que, en definitiva, no generaban mas que felicidad.
Te acordás cuando salíamos todos juntos a la noche a andar en bici? Estaban todos, eh.
Y cuando estabamos todos pero todos todos en la puerta de casa escuchando música hasta cualquier hora de la madrugada? Los vecinos nunca jamás se molestaron por nuestros ruidos... Claro, nunca se quejaron porque ellos también eran parte del festejo.
Esa noche cuando salí de la casa de Nacho con destino a casa resonaba en mi cabeza ese tema de Riff -yo era pendejo, muy- y cuando miré al cielo sentí un miedo que ni siquiera entendía. Obvio... porque el ambiente era igual que el de ese tema que daba de tenebroso.
Que buenas esas veces que nos juntabamos en casa a mirar peliculas con Maxi, Nico, Eze, Lean y los chicos -mis hermanos-. Era genial porque no podíamos hacer ruido porque si se despertaba el viejo... Al carajo con las películas!
Qué buenos recuerdos...

V
Me pregunto si alguna vez fuí capáz de sincerarme sinceramente y contar mi historia. La historia que pocos, muy pocos conocen. No es que esté prohibida ni mucho menos, es como si hubiese quedado en un rincón de cosas que no se tocan, nada más.

VI
Siento amor (y eso que estoy re solo). Esto lo pensé en el camino de ida...
Es raro, no se siente mal estar solo. Me parece que tampoco estoy tan solo como yo creo. Abrazos y acurrucadas, gracias a dios no me faltan. Sabemos que los abrazos y los arrumacos son el motor de mi persona. Pero tampoco hay una persona que tenga el título de algo; hay personas, creo yo.

VII
Y de mi experiencia con las drogas... que puedo decir?
Puedo decir y aseverar que es una cagada, que me sentí el tipo mas infelíz del mundo y que aquél que cae en esa es un pobre gil. Por eso mismo es que me concienticé de que "eso" no es para mi. Juan diría que es porque soy de Libra, y los librianos somos demasiado medidos para las cosas y estamos constantemente mentalizando nuestros actos y que se yo que más. Yo prefiero decir que es una gilada. Te reís como un idiota, no podés ni dar dos pasos, porque estás hecho un idiota y cuando bajás te sentís mas idiota todavía. Y eso que yo razoné todo el proceso. No me pegó para el lado de la joda, salvo una vez. El resto.. va esa vez de las risas también, sentía algo re vacío por dentro.
Recuerdo haber dicho: "Ivo, estoy re drogado", bajando la cabeza, casi al punto de quebrarme emocionalmente. Es que había motivos de sobra para quebrarse. Sentí que me estaba fallando a mí mismo, a mis convicciones, a mi filosofía de vida y a no sé cuantas cosas mas.
Conclusión: NUNCA MAS!
Bueno, tampoco hay que decir nunca más. Por ahí en otro momento me dan ganas de hacerlo y tengo que meterme lo que dije en el culo. Seamos mas precavidos.

VIII
La bronca que tenía, viejo... No sólo me estaban robando dinero, no no, me estaban robando algo invalorable: la confianza.
Si hubiera venido de un tercero no tenía problema, son cosas que pueden pasar. El asunto es que vino de uno de mis hermanos, uno al que ayudé mucho.
Otro de mis hermanos (con el cual decidí cortar relaciones directamente) fué menos que inexpresivo; no quiso emitir opinión alguna, asistió a la reunión solamente porque Ivo así lo requirió y nada más.
Eso sí, con sus cosas no te metas porque se arma!!
Mejor que esté lejos...


Es increíble todo lo que puede dejar un simple viaje en micro, no?






I got buried...
Mar

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